Al igual que ocurriera con el secuestro de los cooperantes catalanes en Mauritania, donde el gobierno marroquí dejó entrever que podían haber sido los saharauis los secuestradores, en esta ocasión y con más virulencia se ha visto la intención que mueve no solo a Marruecos, sino -y esto es lo verdaderamente triste y vergonzoso- al gobierno español con su indigna representante en el exterior... léase Jiménez, "la Trini".
En aquella ocasión dije que los secuestradores no eran los de Al Qaeda, sino los servicios secretos marroquies. Ahora lo digo igual que entonces. Y casi aseguraría que los tienen retenidos en algún lugar de Marruecos. Mientras tanto, se intenta retirar a todas esas personas (los cooperantes) que mantienen viva la esperanza de este pueblo saharaui que lleva 36 años en el más vergonzoso de los exilios, forzado sobre todo por los gobiernos socialistas que han pisoteado los derechos de un pueblo al que en principuio apoyaron con vistas a su recogida de votos. Una vez logrado el objetivo, González puso esos votos a disposición marroquí que era el que le pagaba y aseguraba su riqueza. No digo su futuro, porque como presidente de España lo tenía asegurado. Pero eso para él era poco.
Bien. Así están las cosas. Este indigno gobierno que mal-gobierna a España., quiere antes de dejar la poltrona, ofrecer a su amigo de Marruecos la cabeza de los saharauis, pues no hay duda de que si los cooperantes fueran obligados a salir de los campamentos de refugiados sería casi el fin de su subsistencia al privarles de la ayuda humanitaria, que es en su mayor parte su única forma de abastecimiento.
Como se puede ver, los dos gobiernos saben muy bien donde pegar el golpe para hacer más daño. Y esta ministrilla que en tiempos del gobierno de Aznar se pasaba el día en la calle de manifestación en manifestación en apoyo de los saharauis, hoy quiere que desaparezcan del mapa como pueblo, para poder ir con orgullo a besar el culo al miserable rey usurpador.
Juan Francisco.
LA NUEVA ESPAÑA GONZALOMOURE PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN «ESCRITORES POR EL SAHARA-BUBISHER» 27 de octubre de 2011
El secuestro de los cooperantes Ainhoa Fernández Rincón, Rossella Urru y Enric Gonyalons en Rabuni, Tinduf, es un golpe muy duro contra la cooperación internacional, de la que nuestra asociación, «Escritores por el Sahara-Bubisher», forma parte.
La elección del lugar en el que se produjeron los hechos, Protocolo, que es el corazón de la solidaridad en Tinduf, no parece casual. Los terroristas podían haber elegido muchos otros lugares de los campamentos de refugiados, mucho menos protegidos, en los que su despreciable acción hubiera sido más fácil, con menos riesgo, y con un margen de maniobra y tiempo mayores.
Independientemente de quién o qué organización haya sido la culpable, el secuestro paraliza momentáneamente viajes e iniciativas de otras muchas organizaciones, e incluso ha estado a punto de significar la evacuación forzosa de todos los cooperantes y voluntarios..
El juicio que no pocos analistas de prensa y tertulianos de radio y televisión están haciendo de quienes han sido secuestrados y de los cientos, si no miles, de personas que arriesgan su vida y dedican su tiempo a su tarea, tildándolos de «turistas solidarios» y otros calificativos peores, es mucho más que injusto: resulta dañino para la acción solidaria, y arrastra a no pequeña parte de la opinión pública. A ella, a los lectores, a la opinión pública nos queremos dirigir en estos momentos de máxima angustia y preocupación. Infinidad de españoles hemos viajado como turistas a Egipto, Marruecos, Túnez o Jordania. Todos hubiéramos podido ser blanco de un secuestro semejante, como murieron varios españoles en los atentados de Casablanca de 2003. Cuando desde tribunas públicas se pide el fin de la cooperación internacional para evitar riesgos, ¿se amplía esa petición de prohibición al turismo en Marruecos o en Egipto?
En las últimas horas, según han publicado algunos periódicos, fue intención del Gobierno español, cuya ministra de Asuntos Exteriores se encuentra rindiendo visita a la potencia ocupante del Sahara Occidental, repatriar forzosamente a todos los cooperantes y voluntarios que en estos momentos trabajan en los campamentos. Hubiera supuesto la paralización de todos los proyectos, y el estrangulamiento de la población refugiada, 150.000 personas, entre las que no menos de diez mil son ciudadanos españoles con pasaporte en vigor. Hay que preguntarse a quién beneficiaría y a quién perjudicaría esta medida. Todos los refugiados necesitan la cooperación de las asociaciones que trabajan allí. Potabilización de agua y pozos, operaciones a pacientes graves que no tienen otra alternativa, programas de recogida y reciclaje de basuras, enseñanza de capacitación profesional para jóvenes, plantaciones agrícolas con las que paliar el hambre y las necesidades vitamínicas de la población, construcción de escuelas y centros cívicos, deportes son algunas, entre muchas, de las actividades que desarrollan allí Mundobat, CISP, las asociaciones de amigos del pueblo saharaui y otras muchas. Todo eso es lo que se hubiera frenado en seco, lo que se ha tratado de cercenar con el secuestro.
Más allá de volver a pensar detenidamente en quién se podría beneficiar de esta pérdida tan importante para los refugiados saharauis, por más obvio que resulte, queremos decir claramente que no estamos trabajando allí por capricho, ni mucho menos por turismo o diversión. Bien al contrario, nos jugamos la vida a diario en condiciones de vida realmente duras, viajando en aviones decrépitos porque ninguna línea aérea de garantías cubre el trayecto, transitando en vehículos con las ruedas y los frenos gastados por el tiempo y la dureza del desierto. Si bien los voluntarios permanecemos en Tinduf cortos períodos de tiempo, los cooperantes viven allí un año, dos, a veces tres. No, nuestra presencia en los campamentos de refugiados se debe a que cuando quien debe hacer algo no lo hace, alguien lo tiene que hacer en su lugar. Se trata de paliar todo lo que ni nuestro estado, ni la comunidad europea, ni la comunidad internacional hacen. También más allá de la política, de cumplir con los mandatos que dictan las resoluciones de la ONU, hay una obligación histórica, una responsabilidad heredada, ya que los saharauis eran tan españoles como nosotros cuando un gobierno ilegítimo suscribió un tratado ilegítimo dejándolos en manos de sus invasores. Los niños saharauis, como sus mayores, tienen derecho a sanidad, a educación, a lectura, a un trabajo y una vivienda digna. Los cooperantes hacen que esos derechos se vean cumplidos, en la corta medida de nuestras posibilidades.
No vamos a interrumpir nuestro trabajo, salvo que la acción de nuestro Gobierno la haga innecesaria, o que se nos prohíba.. Pero entre tanto pedimos a la opinión pública que, lejos de culpabilizar a los secuestrados y a quienes desarrollan la misma labor, les den su apoyo, su cariño, e incluso su agradecimiento.
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Poemario por un Sahara Libre