La Paz encerrada
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La Hammada en una noche de Abril...
recuerdos que en mí mente se barajan
desfilando lo mismo que los sueños.
¿Sueños? ¡Tal vez una ilusión soñada!
Pero es un sueño el mío tan bonito...
¡y hay tanto amor bajo la noche clara!
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-La luna asoma por el horizonte
sobre la arena, brillando tan blanca,
que pienso si algún día los poetas
no estuvieron aquí para cantarla.
El cielo brilla. Jamás en mí vida
vi una noche así... tan dulce... tan clara,
que me llenara tanto de sosiego
como aquella de abril en la Hammada.
Miríadas de estrellas, parecían
luciérnagas brillando; semejaban
diamantes suspendidos en el cielo.
Diamantes que la luna iluminaba
arrancando fogosos resplandores
sobre la arena gris. Una esmeralda
semejaba uno por uno brillando
cada lucero. Y la luna de plata,
dibujando caprichosa mil formas
que se escurren como gacelas pardas
correteando fogosas y alegres
sobre la arena tibia... entre las "jaimas".
¡Que paz! y al mismo tiempo...¡que ironía!
¡encontrarse la paz en en la Hammada!...
la paz que da el amor, la dulce paz...
¡aquí, en los campamentos encerrada!
rodeada de arena silenciosa...
¡la dulce paz bajo la luna blanca!
¡bajo un millón de estrellas relucientes!
viviendo en cada niño... en cada "jaima",
esperando el momento en que la guerra
levante el cerco en que la tiene atada
y vuele por la arena jubilosa
anunciando a las gentes que se vayan,
que tornen al lugar de sus mayores,
que dejen para siempre la Hammada.
Perseguida la Paz, se ha refugiado
en el alma sensible, dulce y blanca
de cada niño... ¡si!... y de las mujeres
que tienen en las tumbas solitarias
pedazos de su carne... de su vida,
que se llevó la guerra. Una mañana,
cuando el sol ilumine el horizonte,
sin luna que haga sombra entre las "jaimas",
estallará la Paz para vosotras,
esa Paz que atesora vuestra alma.-
...............
¿Sueños? ¡Tal vez! Pero es un sueño vivido
una noche de Abril en la Hammada.
No. No fue un sueño poder sentir como,
al amparo amoroso de las "jaimas"
el silencio y las sombras poco a poco
el desierto envolvían... ¡lo llenaban!
ni es un sueño recordarlo otra vez
mientras me sube un nudo a la garganta
y poco a poco la paz va llenando
los poros de mí piel y endulza mí alma.
Rodeado de estrellas... con la luna...
con luceros brillantes... -esmeraldas
colgadas en el cielo- contemplando
la Paz que duerme dentro de las "jaimas".
Quiero la Paz. Pero una Paz que lleve
a un pueblo en el exilio hasta sus casas.
¡Y llegará! y entonces, mis amigos
saharauis tendrán la Paz soñada.
Yo quiero estar allí cuando ese día
llegue a los campamentos. La mañana
del retorno feliz. Para gozar
la Paz libremente. Para cantarla.
Para cantar a la paz y al tesón
que a través de los años demostraran.
Y cuando todo quede ya vacío,
poder decir adiós con toda el alma,
a aquellos saharauis que se quedan
reposando en sus tumbas solitarias
y que no conocerán el retorno
porque la Paz llegó... ¡muy retrasada!
Para rezar sobre sus viejas tumbas
y decirles que al fin, ese mañana
que esperaban llegara... ¡ya ha llegado!
¡y que ya está la Paz en la Hammada!
Termino con las mismas palabras con las que terminé mí libro: "Yo no quisiera que la vida -y los políticos en especial- me obligara a perder esa esperanza que, como ya he dicho antes, tengo guardada en el corazón, de que algún día... inch Al-lah, podremos tomarnos un té con menta en un Sáhara libre. En un Sáhara donde la represión y el horror no sean una constante en la vida de este pueblo que un día fuera español".
2 comentarios:
Decir adios solo a las tumbas....
¡Que hermoso sería!
Saludos
Pero decirlas adiós con la certeza de haber alcanzado la plena libertad, el retorno a su tierra.
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