La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Esquivias vende este libro donado por el autor para la causa Saharaui

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sábado, 6 de junio de 2009

¡Levántate saharaui!

Sale el sol en la Hammada



¡Levántate saharaui!
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Sale el sol, y en la Hammada
se despereza la vida
con fruición saboreada...
con ilusión compartida.
Bajo el sol abrasador
sobre la arena candente,
vive un pueblo encantador,
noble, tenaz y valiente.
Con desidia mal fingida
los echaron de su tierra
dejando abierta una herida
que la nostalgia no cierra.
Hace más de treinta años
y en vez de una solución,
intentan sucios apaños...
¡menosprecian su opinión!
Y mientras, en las prisiones
del inicuo usurpador,
torturas y vejaciones
para sembrar el terror.
¡Levántate saharaui!
¡ya basta de tiranía!
¡coge el fusil... saharaui!
¡demuestra tú valentía!
No dejes que en las prisiones
del tirano sanguinario
se pierdan las ilusiones
de este pueblo milenario.
Basta de falsos tratados
y promesas sin cumplir...
¡mejor que ser sojuzgados
es luchar hasta morir!
Cuando le reprocharon al Luali tras la batalla de Amgala que luchara en primera fila, donde más peligro había, contestó: Las balas no matan... ¡solo Dios es capaz de matar! ¡dejad de pedirme semejantes cosas! los hombres desaparecen y no permanecen más que los pueblos que se lo merecen y las causas justas. (Del libro: LUALI, "AHORA O NUNCA LA LIABERTAD" de Felipe briones, M. Liman Mohamed Ali Mahayub Salek).

domingo, 31 de mayo de 2009

Tampoco el silencio

Nuestros amigos nos despiden. Final de visita. ¡Volveremos!


Tampoco el silencio
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Por desgracia, esto que escribí allá por el 99, siendo estando vigente. En vez de mejorar las condiciones de vida del pueblo saharaui en la zona ocupada, cada vez se lo están poniendo mas negro. Este rey es aun peor que el otro. Este ha logrado que sus desmanes sean aceptados como algo normal. Sus torturas son lo mas natural para los gobiernos europeos, incluyendo el nuestro, que siguen diciendo que se nota que la democracia se impone en Marruecos, que se nota que se respetan los derechos humanos. ¿Que sabéis, miserables todos vosotros, de los derechos humanos? Solo respetáis los vuestros. Solo protegéis vuestros bolsillos.
El poema que traigo hoy se titula: Tampoco el silencio. Es un grito salido de lo mas hondo de mí alma. Es la voz de todo este pueblo, condensada en mi pobre palabra. Jamás aceptaré que el pueblo saharaui guarde silencio obligado... ¡jamás!
Tampoco el silencio
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A mis queridos amigos saharauiyín. Uniendo mi voz a la suya para que nunca pueda vencerles el silencio.
Les dijeron que se callaran.
Pero ellos no hicieron caso.
Les dijeron que no eran nadie.
Pero ellos no se lo creyeron.
¿Como se puede no ser nadie
y ser tantos al mismo tiempo¿
No les dijeron que a partir de ese día
iban a dejar de ser un pueblo...
pero vieron las intenciones.
No les dijeron que las bombas les matarían...
pero los que quedaron vivos lo vieron.
No les dijeron tampoco
que querían matarlos a todos.
¡Claro! eso no se puede decir.
Pero lo intentaron.
Y lo intentaron de la forma mas rastrera.
Donde era imposible esconderse de las bombas...
en el desierto... impunemente.
Porque allí no se oyen las bombas.
Allí nadie lo oiría.
Y lo intentaron una y otra vez,
pero nunca... nunca
fueron capaces de lograrlo.
Y han pasado mas de treinta años
y lo siguen intentando.
Pero ahora, en vez de bombas,
se han propuesto acabar con ellos
con el silencio.
Ahora no se oyen las balas...
y cuando creían que lo iban a lograr...
¡se oye el silencio!
Claro que se oye. Se oye el silencio.
El silencio grita desde la Hammada.
Y entonces,
el silencio
se ha vuelto contra ellos.
Claro. La gente se pregunta...
¿porqué ese silencio?
Resulta que no lo lograron con bombas...
y ahora tampoco con el silencio.
Porque ahora el silencio
grita con fuerza
desde la soledad del desierto,
y lo escuchan millones de personas.
No...
¡tampoco con el silencio lo van a lograr!
La voz de cada español, de los miles y miles de españoles que estamos involucrados en esta cruzada por el pueblo saharaui, no podrá ser sojuzgada nunca. Gritaremos. Pondremos nuestra voz "allí donde la suya sea amordazada".