La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Esquivias vende este libro donado por el autor para la causa Saharaui

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viernes, 8 de octubre de 2010

Convivencia con los saharauis

Hay muchas formas de convivencia y yo quiero hoy hablar de la convivencia
con el pueblo saharaui mía y de mí familia.


Siempre he titulado esta foto como: "Convivencia feliz".











En el año 1997 llegó a nuestra casa, acogida durante los meses de Julio y Agosto, una niña saharaui llamada Sektu Mustafa Aleyat. Así comenzó nuestra aventura y a la vez nuestra convivencia con este pueblo.



Mi historia comienza el 24 de Junio de ese año de 1997, día en el que mí mujer se acercó a la Casa de Cultura de Esquivias a recoger a esa niña llamada como antes he dicho Sektu.



Llegó en un autobús con otros 23 niños y niñas más, todos ellos para pasar las vacaciones en Esquivias. Creo que fue el año de la convivencia y solidaridad para con los saharauis en Esquivias.



Convivir con estos niños es fácil… son unas personitas encantadoras, que en la mayoría de los casos como le ocurría a Sektu ni siquiera sabía lo que era un grifo y mucho menos, para qué servía. Tardó varios días en aprender a controlarlo, porque siempre los abría a tope y salpicaba agua por todos lados.



Fue para nosotros algo muy bonito, pues nuestros hijos eran ya mayores y nuestra pequeña, Soraya, tenía también 16 años. Ella fue la hermana mayor de la pequeña Sektu; se la llevaba a todos sitios donde ella iba, al Parque de atracciones, al cine, a las piscinas. Donde iba una, allá iba la otra.



Una peculiaridad de estos pequeños, es que estudian español en su país… para ser exactos lo estudian en los Campamentos de refugiados de Tindoof, que es donde viven. Ninguno de ellos conoce su país, pero no hay para ellos más bonito que su querida Tierra… el Sáhara Occidental, donde nacieron sus padres o mejor los padres de muchos de ellos, porque cada vez hay más niños nacidos de jóvenes que ya nacieron exiliados en Tindoof. Estudian español, como he dicho, pero cuando llegan a España no saben apenas una palabra. Eso le ocurrió a Sektu, pero os puedo asegurar que a los 15 días nos entendíamos perfectamente.



Os voy a dejar un poema que escribí aquel verano para ella, se titula :







A Sektu, una niña saharaui
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Llegó un día del cálido desierto;
delgada, muy delgada, solo huesecitos,
con una mirada triste,
mirando a la gente recelosa
como si no se atreviera
a demostrar lo que llevaba en su corazón.
Todo era nuevo para ella,
todo la llamaba la atención.
Luego poco a poco fuimos viéndola como es:
cariñosa, buena, con un corazón generoso;
ella que no tiene nada, nos ha enseñado
que la generosidad nunca será
privilegio de los que creen tenerlo todo;
que se puede ser generoso
cuando lo poco que se tiene se da con amor,
algo que a la mayoría se nos ha olvidado.
Gracias por habernos acompañado estos dos meses;
gracias por habernos permitido
sentirnos tus padres,
péqueña niñita saharaui;
nada tienes que agradecernos
ya que el amor no se agradece,
se comparte. Y nosotros estamos contentos,
muy contentos de haberlo compartido contigo
durante dos meses en los que te hemos querido
y tu nos has querido;
dos meses de sentir cosas muy bonitas,
que casi, casi, teníamos olvidadas.
Querida Sektu, cuando vuelvas a tu querido
Sahara, además de llevarte nuestro cariño,
yo quisiera que te llevaras
nuestras mas efusivas gracias
a esos padres que yo se
que han estado sufriendo dos meses también
porque no te han tenido a su lado.
Dales las gracias y diles
que nosotros entendemos tu generosidad,
porque entendemos la generosidad de ellos
al compartir con nosotros tu amor
y que hemos procurado quererte
un poco por ellos, para que
no los echaras tanto de menos;
espero de verdad que lo hayamos conseguido.
Gracias de corazón para ellos
y que vuestro Alá sea siempre generoso
con vosotros y con todos esos padres
a los que la necesidad obliga
a separarse de sus hijos,
aunque solo sea por dos meses.
Gracias.





Bueno, leerla me ha hecho recordar otra vez aquellos días y volver a emocionarme recordándola.



Debo deciros que desde entonces hemos ido a los Campamentos (en Argelia) mí mujer, mí hija y yo seis veces juntos, yo además fui una vez solo y Soraya ha ido otras tres o cuatro sola con una amiga.



Hemos conocido infinidad de gente de todas las regiones españolas y hemos hecho muchos amigos con los que seguimos relacionándonos. Gente solidaria, que se volcaban y se siguen volcando por ayudar a este pueblo saharaui.



Esta ha sido nuestra convivencia con los saharauis, pero que también nos enseño a convivir con nuestros propios paisanos. Si un día puedo volver a reeditar mí libro Sáhara ¡por un sueño de libertad! Escribiré en el algunas de esas cosas que vivimos con ellos en su “jaima” y que nos hicieron pasar días deliciosos a miles de kilómetros de España.











Juan Francisco Bravo