La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Esquivias vende este libro donado por el autor para la causa Saharaui

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sábado, 29 de agosto de 2009

Me llegaba el sonido de la jaima

                                                                 Hoy toca recordar
                    Mí hija Soraya con nuestra primera niña saharaui Sektu Mustafa

Un nuevo poema de mí libro Sáhara ¡por un sueño de libertad!

Me llegaba el sonido de una jaima
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Me llegan como en sueños los alegres
sonidos roncos de un tambor lejano...
la voz acompasada de un cantante
y el gritar incesante de muchachos.
La jaima está de fiesta y se le escapan
los sones melodiosos que han llenado
los rincones oscuros donde el tiempo
se rebulle en vaharadas de letargo.
La cadencia sonora se desliza
por la noche callada, mientras algo
me llena el alma de calor y siento
que la vida es aquí como un milagro.
Sonidos roncos de tambor resuenan
sonidos roncos, que serán acaso
preludio de la fiesta que me espera...
bienvenida al amigo que ha llegado.
Bulle en mí mente la quietud serena
que rezuma el desierto; como un lago
se extienden las arenas incansables
que el viento en tibias olas va engarzando.
Y estoy aquí. Me veo como en sueños
buscando a mis amigos, dando pasos
que me llevan al son de un algo tibio
por la Hammada gris tras de su rastro.
Viven en mí. Y sueño y los recuerdo
y en el sueño me acerco en mí letargo
 a la jaima callada, que se llena
con la risa feliz... ¿porqué negarlo?
No era un tambor. Solo mí corazón
latiendo con pasión. Y al escucharlo,
pensé que mis amigos se alegraban
porque he vuelto otra vez... ¡y hasta he llorado!
Uno de mis viajes a los campamentos lo hice solo, sin mí mujer ni mí hija. No me esperaban. Recuerdo que cuando ya estaba llegando a la jaima de mí familia, vi sobresalir por encima de las paredes  del pequeño patio que tienen la cabeza de  la mamá de Sektu. No me había visto. La llamé, en voz baja, porque ya estaba casi a la puerta. Su cara fue todo un poema. Cada vez que lo recuerdo se me hace un nudo en la garganta. Luego, aquello fue la locura, empezó a dar voces llamando a los niños, a todos los conocidos que estaban dentro... ¡indescriptible!